Me indispone levemente el modo en que, al hablar de lógica, mi interlocutor presta a dicha palabra una carga de validación. Ser lógico no es estar en lo correcto y ser inteligente no es de verdad. A su vez, el uso despectivo del término “subjetividad” suele hundirme en el desprecio, ¿cómo descartar un objeto de subjetivo cuando el mero hecho de calificar a algo de objeto es subjetivo? Nos ha convencido el lenguaje que la naturaleza es lenguaje, que somos. Que ser es una actividad a la que se le asigna esencia. Y aunque no descargo filosofías de este calibre con un descuidado manotazo, menos me permito darlas por sobreentendidas. En sobreentender se da el hablar, no viceversa.
Toda ficción se debe una lógica mínima, una escala de sobreentendidos suficiente, para no ser incomunicable. Aunque ciertos dementes ven en ella algo que afecta el universo, va sin decir que la ficción es ficción. De ahí me parece fácil el salto de que una lógica no es una verdad, lo que no quiere decir por ende que haya verdades ilógicas. Hay distancia en los objetos, no inventamos pesados términos como trama, secuencia o metatexto por el placer neto de la definición. Son esfuerzos de entender cómo la experiencia se resiste a nuestra lógica y cómo en determinado momento, una felicidad real parece manifestarse entre la mentira, como entrevemos lo real donde no se supone que esté.
Buscaría el crítico el algoritmo que ligue la ficción con su irremediable realidad.
Lo que no es simple desde que no hay una realidad y que la ficción contiene realidad en sí. Bueno, son cosas con las que la gente se confunde y por eso las utiliza pobremente la hablar, lo que me causa alguna incomodidad, porque es frío de mi parte despreciar el pensamiento solo porque se expresa de manera mediocre y que está mal. Y esto es malo porque hay entidades biológicas cuyos procesos vivos no permiten este tipo de precisión en la abstracción y que atacando a alguna incauta que habla super mal termino con un prejuicio contra los sapos (que no la deben ni la temen). Es difícil ser ético en lo que concierne a decir cualquier cosa, cuando esto deja de ser arte y método. Como una costumbre. ¿Tiene más sentido el croar de la rana? No me lo pregunten a mí, un biólogo estará más informado que yo en ese respecto. Una apuesta razonable es suponer que no tiene gran sentido y que de lo nuestro no habríamos de esperar más.
Tal vez se confunde subjetivo con “sinsentido” y lógico con “lleno de sentido”. Lo subjetivo es estrictamente lógico aunque no sea evidente, todos entienden que el voto de un presidente por si mismo es indefectiblemente subjetivo, pero nadie cuestiona que hay razones detrás de dicha acción, que se llega a ella de un modo estrictamente racional. La ficción es rigurosamente lógica y estrictamente subjetiva, estas dos cualidades no la distinguen de nuestra experiencia de la realidad, sino todo lo contrario, las obramos así porque son réplica de la misma, que el lenguaje es repetición y que nosotros no tenemos herramientas mucho mejores en nuestros cerebros de sapo para lidiar con el universo.
Ahora pienso que esta gente con la que he discutido no quiere hablar, que entreviendo un mal terrible en la amenaza que es el debate trata de terminar el intercambio de inmediato, pues algo de ellos puede destruir. Es mi voz un agente terrible que se asemeja a una maldición antigua, al supersticioso poder de lo dicho, cuya idea derriba nuestros muros y en ocasión, nuestros hogares.
Persiguen el ficticio valor terapéutico del silencio.